El “suri” como se conocía al ñandú en la cultura aborigen precolombina, simboliza a esas nubes cargadas de agua que se volcarán luego en la tierra para fecundarla. El plumaje de color gris y el movimiento que estas aves hacían al percibir que se aproximaba una tormenta, corriendo de un lado a otro, moviendo sus alas, inflando sus plumas, se asemejaba a esas nubes que son arrastradas de un lado a otro por el viento, hasta que, una vez unidas producían esa bendita lluvia.
La cruz dibujada en el cuerpo, simboliza a los cuatro vientos: del norte, sur, este y oeste, que en la creencia de estos pueblos se unían en la nube para generar la caída del agua.
Como ven lo primero es formar esa cruz negra, este es el punto de partida de esta murrina.
El paso 2 consiste en rellenar esta cruz, en el paso 3 comenzaremos a dar forma a lo que será el centro del cuerpo. Para ello iremos “completando” con arcilla negra.
En el paso nº 4 daremos forma con la ayuda de una cuchilla como se puede ver en la imagen nº 5
En el paso nº 8, dejamos aparcado el cuerpo y seguimos con los que será la cabeza.
En el paso nº 9 vemos como continuar formando la cabeza del Suri, en el paso nº 10 un poco más avanzado vemos como va tomando forma nuestra murrina, para el cuello necesitaremos una lamina negra igual que para el pico y el contorno de la cabeza.
En los pasos 11 y 12 se ve como completamos poco a poco la murrina con arcilla blanca. Las patas y la cola están hechas con láminas negras, el grosor es intermedio (unos 3 o 4 mm).
En el paso 15 esta finalizada, aquí podemos decidir si la dejamos en blanco o rematamos con arcilla negra alrededor, lo dejo a elección.
Ahora solo queda reducirla y para ello apretaremos sin miedo desde el centro hacia los lados.